A SEIS AÑOS DE OCTUBRE DE 2003:

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FUE UNA REVOLUCIÓN QUE PLANTEÓ ACABAR CON LA OLIGARQUÍA Y EL IMPERIALISMO E INSTAURAR EL PODER OBRERO Y CAMPESINO
En este mes se cumplen seis años de la revolucion que derrocó al gobierno de Gonzalo Sánchez de Losada, en octubre de 2003. Se trató del pico más alto del ascenso revolucionario de masas del campo y la ciudad que empezó con la guerra del agua en el 2000 y que se prolonga aún hasta nuestros días.
Esa revolución planteó además, la recuperación completa de los hidrocarburos de manos de las transnacionales y también la liquidación de la oligarquía terrateniente.
La movilización revolucionaria se inició primero en el campo, luego tuvo su epicentro en El Alto y fue centralizada finalmente por la COB que declaró la Huelga General Indefinida hasta tumbar al gobierno. Al producirse el derrocamiento de Sánchez de Losada, tras sangrientas jornadas que costó decenas de vidas y centenas de heridos que aún claman justicia, de hecho planteó el problema del poder. Las masas obreras, campesinas y populares insurrectas, al caer el gobierno cuya cabeza fugó del país, quedó dueña de la situación y se colocó al borde de tomar el poder. El organismo que concentró la insurrección y de la cual se apoderaron las masas llevándolo otra vez a la máxima disputa política, fue la COB.
Pero, este proceso quedó inconcluso, porque la dirección del organismo en vez de plantearse esa meta, retrocedió ante la maniobra de traspaso del poder vía constitucional al vicepresidente Carlos Mesa. Este para asumir el gobierno tuvo que pedir permiso a la COB, que controlaba la ciudad, para juramentar en Palacio Quemado.
Una Asamblea de la COB a la cual concurrieron todos los sectores en lucha, a pedido de la dirección, determinó “el retiro estratégico” por el cual se entregó el poder a la burguesía en la persona de Carlos Mesa.
A partir de entonces se allanó el camino para reabsorber el proceso revolucionario por la vía de la democracia burguesa, electoral y neoliberal, que había sido superada por la insurrección de masas de octubre. Todavía en mayo-junio del 2005, ante la política contrarrevolucionaria de Carlos Mesa, otra vez las mismas masas protagonizaron una nueva insurrección, que tumbó al gobierno, pero que, como en el caso de octubre, las direcciones entregaron el poder a la burguesía por el mismo “sagrado” mecanismo de la sucesión constitucional, colocando en el poder a Rodríguez Veltzé.
Este gobierno se nombró con el objetivo preciso de realizar elecciones anticipadas para frenar o desviar la revolución en curso, una maniobra del imperialismo y la burguesía, que contó con la venia de las direcciones de entonces y principalmente del MAS de Evo Morales que ante la insurrección de las masas, peleó para llevar el proceso revolucionario insurreccional a la vía muerta de las elecciones. Fue merced a este desvío electoral burgués del proceso que se canalizó después las energías de las masas, ya no a una nueva insurrección revolucionaria, sino al triunfo electoral de Evo Morales.
Surgió así un gobierno reformista y de colaboración de clases, de “frente popular”. Este gobierno negoció la llamada Agenda de Octubre: No expulsó a las transnacionales petroleras, nacionalizando sin pago los hidrocarburos, sino que cambió de contratos permitiendo a las mismas compartir el negocio de los recursos, perdonándoles el saqueo de años. Tampoco expropió a la oligarquía terrateniente para entregar tierras a los campesinos y originarios, sino que constitucionalizó su grandes propiedades mal habidas.
Al cabo de seis años si bien se realizaron algunos cambios, el país no ha salido de la cadena de dominación imperialista secular, sigue siendo semicolonia aunque de diferente manera que en los años peores del neoliberalismo. Los cambios tibios y no de fondo son subproductos de la revolución inconclusa.
Al constatar esta realidad en un aniversario más de la revolución de Octubre, sus tareas centrales, su agenda, están pendientes. Por eso creemos que para acabar con la dominación transnacional imperialista y la oligarquía de la “media luna” hay que retomar octubre, haciendo una verdadera revolución, que instaure un auténtico gobierno obrero, campesino y originario, una Bolivia Socialista.
Es un objetivo que implica la dura tarea de la construcción de una dirección revolucionaria y socialista, en la que se empeña el Movimiento Socialista de los Trabajadores.

Chasqui Socialista 214, octubre 2009

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