El 17 de este mes se cumplen tres años de la insurrección que derribó al gobierno neoliberal de Sánchez de Losada. Fue el resultado del ascenso revolucionario de las masas que empezó el año 2000xon la guerra del agua en Cochabamba, el mismo que dejó atrás la etapa reaccionaria de reinado del neoliberalismo, inaugurando el proceso revolucionario aún vigente.
Las masas cansadas de años de saqueo, desempleo y hambre generados por el entreguismo neoliberal, decididas a impedir el remate del gas a las transnacionales por el gobierno del Goni, protagonizaron una de las más contundentes movilizaciones insurreccionales. Primero, fueron los indígenas del Altiplano, luego todo el pueblo trabajador de El Alto y entretegiendo y coronando el cerco insurreccional, los mineros y los trabajadores al mando de la COB que declaró la huelga general hasta la renuncia de Sánchez de Losada. Se trató de una revolución que por el enemigo que capitalista enfrentado y por la organización de los trabajadores que la centralizó, tuvo un carácter obrero, campesino y socialista.
Al derribar al gobierno, dicha revolución planteó quien debía gobernar el país. Como en los procesos similares anteriores (52, 70-71, 85), la COB se había puesto a la cabeza centralizadora de la insurrección. Estaba por eso colocada ante la tarea objetiva de hacerse cargo del poder. La consigna entones como ahora era la de: Todo el poder a la COB.
Sin embargo, antes como ahora, las direcciones encargadas de llevar a cabo dicha tarea, entregaron el poder a la burguesía, en este caso, por el mecanismo de la sucesión constitucional. Fue por eso que se hizo cargo del gobierno Carlos Meza vicepresidente de Sánchez de Losada. Evo Morales y el MAS jugaron un rol contrario a esta insurrección; hasta el último momento opusieron a la caída del Goni, en defensa de la democracia. Su objetivo no era el derribamiento insurreccional del gobierno, sino su cambio por las vías electorales. Se opuso también a la nacionalización sin indemnización del gas, a la expulsión de las trasnacionales, buscando a cambio una “nacionalización responsable” conservando a las mismas como socias del Estado, política que implementa hoy desde el gobierno.
Ninguna de las direcciones y organizaciones políticas de izquierda plantearon la única consiga justa, es decir, la de gobierno de la COB o todo el poder a la COB. Todas ellas pretextando que no había condiciones, en realidad permitieron la sucesión constitucional.
La tarea central que planteó esa revolución como la nacionalización sin indemnización del gas sigue vigente ante el moderado ajuste a las petroleras que lleva adelante el gobierno, el mismo que aun siendo
así, vencidos prácticamente los plazos, parece empantanado. Está por realizarse también la revolución agraria expropiando a la oligarquía de
Santa Cruz. Tareas que deberán ser encaradas por una nueva revolución que retome octubre y Mayo-Junio. Así mismo, en otro nivel, esta planteada la urgencia de ejecutar el juicio y castigo del Goni y sus secuaces por el genocidio de Octubre.
Dentro de las objeciones que se hicieron para no tomar el poder, figura como central, la falta de una dirección revolucionaria. Esta objeción proviniendo de la dirección anterior de la COB, es una confesión de parte, que explica por qué se perdió la oportunidad, pero no invalida el hecho de que la consigna y la tarea estaban planteadas. Creemos que efectivamente falta esa dirección, la misma que está en curso construir, en combate contra la derecha contrarrevolucionaria, las direcciones capituladoras, reformistas y el gobierno de colaboración de clases del MAS.
Chasqui 2005, Octubre 2006.
