Tras la derrota de Milei en la primera vuelta de las elecciones presidenciales, y la tendencia general a favor de Massa para los comicios de segunda vuelta, se perfila otra vez un gobierno frente populista con características proimperialistas, cuya tarea principal es aplacar las crecientes protestas sociales en el país, para salvaguardar el ajuste económico impuesto por el poder hegemónico transnacional.
16 de noviembre de 2023
La salida electoral impuesta al pueblo trabajador argentino como medida principal para desviar la creciente lucha social y mitigarlas en las urnas, le ha permitido a la clase dominante tomar respiro ante un debilitado gobierno de Fernández para continuar con la aplicación del ajuste del FMI en detrimento de la economía obrera y popular.
Previamente a las elecciones presidenciales, la base trabajadora profundizaba su protesta social en un proceso de rechazo a la política económica del gobierno y el FMI. Cansadas de la devaluación del peso frente al dólar y la disminución dramática del poder adquisitivo, sumado a los altos niveles de desempleo y pobreza, la movilización se hizo constante con tendencia al crecimiento. La respuesta de autoridades provinciales ligadas al gobierno fue desesperada al punto de prohibir el derecho a la protesta. Sin embargo, la movilización de trabajadores junto a comunidades indígenas no se hizo esperar, siendo Jujuy el ícono de este proceso.
La política económica continuó deteriorando las condiciones de vida de familias trabajadoras, los saqueos de alimentos retornaron, el recuerdo de la crisis del 2001 resurgió en las calles. El gobierno peronista no pudo negar su propio desprestigio político ante la gente y se vio obligado a desaparecer de la escena mediática dando la impresión de que no había gobierno ante la protesta de la población trabajadora. ¿Quién dirige Argentina si el gobierno se esconde?
El proceso de ascenso revolucionario puso en jaque a la clase dominante y exigía que las organizaciones de la clase trabajadora tomen las riendas ante el fracaso de Fernández. Se planteó la necesidad de abordar el problema del poder vía movilización para las y los trabajadores.
Pero este proceso fue desviado por la reacción democrática burguesa con las elecciones presidenciales. Esta salida solo pudo ser aplicada por la complicidad de las direcciones burocráticas de los principales sindicatos y organizaciones de trabajadores, quienes fueron los principales aliados del gobierno de Fernández y del ministro de economía, Sergio Massa. La burocracia sindical junto a los funcionarios peronistas, los macristas y el partido de Milei, hicieron causa común para desviar el proceso a elecciones.
El peronismo estableció la consigna del peligro fascista enfocado en Milei para dejar atrás el desprestigio de la gestión proimperialista de Fernández y hacer campaña en el voto contra Milei a favor de Massa.
Milei, lejos de aplicar una estrategia fascista, desarrolló en todo momento una política de reacción democrática en los marcos del parlamentarismo semicolonial, rindiéndose de principio a fin a esta forma de régimen burgués, marcando una separación clara de un accionar fascista. Su agitación agresiva y programa de derecha se mantuvo en los marcos de la práctica electoralista, lejos de una práctica fascista real.
Ante la derrota de la primera vuelta, gran parte de sus correligionarios abandonaron el partido, Libertad Avanza, para integrarse de inmediato a las filas de Massa, abrazando al peronismo, e incluso, en los debates presidenciales de la segunda vuelta, Milei Retrocedió respecto a eliminar algunas reformas, quedando en ridículo respecto a su antiguo discurso y coqueteando claramente con el programa peronista.
La alerta del peligro fascista que agitó el gobierno y sus satélites, no fue más que una estratagema electoral para, primero, desviar las protestas crecientes de las calles a las urnas con el objetivo de salvar al gobierno de Fernández, y, segundo, asegurar el triunfo electoral de Massa, un candidato tan comprometido con el imperialismo que, al igual que Milei, apoyó al gobierno sionista de Israel en la ofensiva genocida contra el pueblo palestino.
El verdadero peligro para el gobierno nunca fue Milei, sino el ascenso revolucionario de las protestas sociales contra al ajuste económico, que fue elevándose a cuestionar el poder político.
El peligro inmediato para el pueblo trabajador es el frente populismo proimperialista que gobernó y sigue gobernando con los k, Fernández y ahora se perfila con Massa, todos responsables directos de la situación deplorable de Argentina debido a su política servil a los órganos imperialistas como el FMI.
Si bien las elecciones fueron impuestas por la traición de las direcciones a las luchas, eso no significa que el pueblo deba rendirse con el voto a los candidatos. Ni el payaso fracasado de Milei, y mucho menos, el ministro de economía responsable del deterioro de las condiciones de vida, Sergio Massa, son candidatos del pueblo trabajador.
Considerando que, lejos de un proceso de derrota y pasividad, la clase trabajadora ha demostrado su disponibilidad para la lucha dentro de un proceso de creciente movilización que recoge elementos del 2001. En la actualidad se vive un proceso revolucionario que no ha terminado, dejando por los suelos las nefastas tesis que proclamaban algunos satélites de Massa con la farsa de la “derechización de las masas”.
La tarea central para la clase trabajadora es la de prepararse para retomar las luchas contra el ajuste que dará continuidad cualquiera de los dos candidatos de la patronal. Y en esa perspectiva, para responder al problema del desvío electoral de la protesta y no comprometerse con ningún candidato proimperialista a título de tesis falsas sobre el “mal menor”, la mejor opción es votar nulo, blanco o no votar.
Les decimos a las direcciones de la CTA y CGT que, si bien han militado a favor de Massa, eso no les exime de la tarea de convocar a asambleas con amplia participación de bases para organizar el plan de lucha contra el ajuste económico del FMI y centralizar las movilizaciones. ¡Exigimos que lo hagan!