Al grito de no al “dedazo” y “renovación” sectores del MAS rechazaron de forma violenta la intervención de Evo Morales en la designación de candidatos a las elecciones subnacionales de 2021.
Uno de los incidentes más representativos se dio en el bastión central del MAS, el Trópico de Cochabamba, en el ampliado de Lauca Ñ, donde los disidentes, militantes del mismo partido, arrojaron sillas a la testera impactando sobre la humanidad de su objetivo principal: Evo Morales y el ex ministro de gobierno, Carlos Romero.
El otro incidente se dio en Betanzos, donde los campesinos del Norte Potosí rechazaron al candidato impuesto por Evo lanzando chicotes a su entorno, defensa típica de los comunarios de ese sector. Morales tuvo que esconderse por tres horas en un cuarto de la alcaldía para luego escapar disfrazado.
Protestas de la misma índole se dieron en los ampliados internos del MAS en Colpapirhua -Cochabamba, La Guardia – Santa Cruz, Pando, la renombrada Ciudad de El Alto en La Paz, entre otros.
Por más que la prensa burguesa de la pseudoizquierda mundial se esmera en presentar a Evo Morales como un héroe en su retorno a Bolivia, la realidad del país se encarga de desmentir su campaña de desinformación. El rechazo a Evo Morales se muestra de distintas formas y con todo su esplendor no solo por fuera, sino dentro de las filas del MAS.
EL TRASFONDO ES QUE UNA INSURRECCIÓN LE DERROCÓ, NO UN GOLPE:
Lo cierto es que el “Bonaparte”, que un tiempo atrás era intocable, ha perdido el respeto hasta de sus propias bases. Pero no es un proceso nuevo y tampoco el más álgido de su tipo. En 2019, no fue una cúpula militar quien derrocó a Evo, sino la movilización de masas. Desde octubre y noviembre de aquel año, las bases trabajadoras iniciaron un proceso insurreccional en contra del proyecto de régimen bonapartista que quería imponer Morales. Hasta el 10 de noviembre, fecha en que el “jefazo” renunció, la característica de las calles de Bolivia eran los bloqueos y marchas masivas sobre las instituciones estatales y el palacio de gobierno, no los tanques. En esa insurrección se consolidó la debacle de Morales y el poder estuvo al alcance de la mano de los trabajadores. El hecho de que las direcciones reformistas se hayan negado a tomar el poder so pretexto de Golpe de Estado, le dio tiempo a la burguesía a que desarrolle la sucesión de Áñez dos días después de un prolongado vacío de poder.
El rechazo más importante en contra de Evo no viene de su actitud cobarde después de la campaña reformista de “Golpe de Estado”, sino y principalmente del masivo hartazgo de sus 14 años de gobierno a favor de la oligarquía, burguesía e imperialismo, incluyendo a su proyecto bonapartista. Las masas derrotaron a un poderoso peón de la clase dominante y a su brazo paramilitar que disparó contra mineros y maestros. Evo escapó de Bolivia centralmente por temor a las masas, no a los militares.
La campaña de la burguesía reformista de que su gobierno cayó por Golpe de Estado tuvo el objetivo de recomponer el liderazgo de Evo y la reconstrucción del Frente Popular del MAS como arma política para seguir conteniendo el ascenso revolucionario boliviano, calificando al derrocamiento del Bonaparte como una derrota para el movimiento de masas, cuando en realidad fue una insurrección que puso en el orden del día el problema de la toma del poder para la clase trabajadora. Un proceso revolucionario que volvió a brillar contra el gobierno de Áñez cuando ella estuvo a punto de caer por la huelga general de la Central Obrera Boliviana desarrollada entre julio y agosto de 2020. Solo la consigna de retorno del MAS vía elecciones salvó a Áñez de ser derrocada por una revolución.
El MAS tuvo que retroceder en su política bonapartista hacia la conciliación de clases para volver al poder, pero con otras caras. El rechazo a Evo también se expresó en la campaña electoral, cuando el poder judicial y el tribunal electoral estuvieron a punto de legalizar su candidatura convencidos de que el MAS debe retornar a contener las movilizaciones que Áñez no pudo evitar. Las masas de Sucre y Potosí amenazaron con boicotear las elecciones si es que se habilitaba la candidatura de Evo. Este hecho hizo retroceder a las instituciones estatales.
Los mismos ampliados del MAS establecieron explícitamente no mostrar la imagen de Evo en la campaña electoral para ganar votos. Después de las elecciones, el retorno del MAS al poder fue interpretado por Evo y su entorno como la oportunidad ideal para la reestructuración de su ala bonapartista, para hacer lo que se les plazca. Su prensa burguesa de Telesur y adyacentes mostraban el retorno de Evo como el de un héroe. El nuevo presidente, Arce Catacora, quien fue candidato impuesto a dedo por Evo, designó a ministros directamente relacionados con la gestión de Morales. Pero, de inmediato vino el rechazo de las organizaciones de El Alto y mineros de Colquiri acechando por varios días el Palacio de Gobierno.
Arce pensó que podía negar el aguinaldo e incumplir con la promesa electoral del bono de 1000 bolivianos de fin de año (prometido también por Áñez) pero de inmediato vino la protesta de la COB y le hizo retroceder.
EL DESVÍO DE REACCIÓN DEMOCRÁTICA NO CIERRA EL ASCENSO
El ascenso continúa abierto en Bolivia. Evo y su entorno no pueden aplicar sus políticas reaccionarias directamente y se ven obligados a detener su paso. La forma burguesa para desviar la movilización que tienen es continuando con las medidas de reacción democrática, esta vez enfocados en las elecciones subnacionales (alcaldías y gobernaciones). En ese terreno han metido al movimiento de masas. En relación a la lucha insurreccional de 2019 y 2020 contra Áñez, esto supone un relativo reflujo porque se reabsorbe el proceso a las urnas. Pero es tan grande el mismo que no se ha cerrado y se expresa de manera distorsionada en el campo electoral. Podemos afirmar que, por ese ascenso, es que hasta dentro de las filas del MAS se ha perdido el miedo a rechazar la influencia de Evo Morales y ya ni siquiera se le tiene respeto.
LA LUCHA POR SALUD, TRABAJO Y EDUCACIÓN
Pero el proceso más importante no se encuentra dentro del partido azul, pues ahí la pelea sigue siendo por candidaturas y cargos públicos, no por el programa, mientras que por fuera, continúa la protesta del sector salud ante la venida de la segunda ola de contagios y muertes por pandemia; continúa la lucha por estabilidad laboral de los trabajadores fabriles; por educación a la cabeza de los maestros, padres de familia y estudiantes; por alimentos de los sectores populares; esa es la lucha que debemos apoyar y apostar todo por su triunfo con la movilización en las calles. La COB no debe esperar más comicios electorales, es necesario organizar el plan de lucha ahora porque es hoy cuando se atenta contra los derechos de trabajadores. El hambre y la salud no esperan.
ASAMBLEAS Y CONGRESO DE LA COB ¡YA!
PREPARAR EL PLAN DE LUCHA POR SALUD, TRABAJO Y EDUCACIÓN.