POR ALIMENTOS, SALARIO, EMPLEO Y SALUD PARA UNA CUARENTENA PROLETARIA Y POPULAR DIRIGIDA POR LOS TRABAJADORES

Juan Jose


NACIONALIZACIÓN DE RECURSOS, HOSPITALES PRIVADOS, BANCA PRIVADA Y NO PAGAR LA DEUDA EXTERNA PARA ENFRENTAR LA CRISIS

LA COB TIENE QUE PONERSE A LA CABEZA DE LA LUCHA

Internacional

Para cuidar realmente la salud del pueblo trabajador ante el peligro del Coronavirus, considerando que no hay ninguna vacuna elaborada y el sistema público de salud es precario, los trabajadores necesitan acceder al derecho de resguardarse en sus casas sin sufrir hambre, recortes de salario o desempleo. Para ello, resulta imprescindible luchar por una cuarentena proletaria y popular digna, con alimentos acordes a una verdadera canasta familiar, empleo seguro, sin despidos, sueldo sin recortes para asalariados y renta subvencionada para trabajadores informales, así como un incremento sustancial en el presupuesto de la salud pública para tener infraestructura, equipos de bioseguridad y contratar más personal del sector para cubrir eficientemente la atención de la población necesitada.

La lucha por una cuarentena proletaria y popular colisiona de frente con los intereses de la burguesía, la oligarquía y el imperialismo. A la clase dominante no le agrada para nada detener la producción para que los trabajadores se protejan de la pandemia en sus casas. Necesita exprimirles más y más la fuerza de trabajo para obtener ganancias. Gobiernos como el de Donald Trump en EE.UU, Jair Bolsonaro en Brasil, o gobiernos de falsa izquierda como Ortega en Nicaragua y Sánchez en España, son los ejemplos más claros de esta postura antiobrera.

Los trabajadores del mundo responden luchando por sus reivindicaciones. La protesta del proletariado de la General Motors en EE.UU, o de los sindicatos en Italia y Brasil, son ejemplos de una batalla internacional por el derecho a la salud y protección en casa. Es el reflejo de una situación revolucionaria mundial. Por esa situación, varios gobiernos se vieron obligados a aplicar medidas de cuarentena con subvenciones que, aunque insuficientes, son arrancadas gracias a la presión de las masas. De no existir esta lucha, no habría medidas sanitarias con el paro de la producción en distintos niveles ni subvenciones tibias en los distintos países; si hubiera derrota se impondría la esclavización de la clase obrera a nivel superior para salvar a la oligarquía financiera de la agudización de la crisis económica por la pandemia, imponiendo un ascenso fascista. Pero esa salida no se dio en la realidad debido al ascenso revolucionario. Los gobernantes temen más que a las muertes por COVID 19, a la reacción de las masas como consecuencia de la irresolución de sus reivindicaciones.

La burguesía imperialista y sus gobiernos deben atacar de otras formas, readecuando sus ajustes económicos para que la crisis, al fin y al cabo, la paguen los trabajadores. Las subvenciones y cuarentena son en un principio medidas defensivas; con un brazo las entregan mientras que con el otro dejan pasar los despidos y recortes de salario, a la vez que evalúan el momento de saltar a la ofensiva con el control militar y policial, pero de momento muestran su incapacidad de derrotar a las masas.

En esta batalla, los trabajadores del mundo debemos unirnos en lucha internacional para edificar nuestra propia salida obrera, popular, campesina y socialista a la pandemia y la crisis económica del capitalismo en su fase decadente. Por la nacionalización de recursos, hospitales privados, banca privada y el no pago de la deuda externa de países sometidos al imperialismo, el control obrero de las fábricas y la economía planificada, para garantizar así una cuarentena proletaria y popular.

Nacional

En Bolivia, Cámara de Industria y Comercio del Oriente (CAINCO), ha exigido al gobierno de Áñez crear los mecanismos para intentar levantar “gradualmente” las medidas sanitarias para retornar a la explotación de los trabajadores.

De esta manera, el gobierno decretó este 29 de abril reactivar la producción del agro, la industria y minería, así como levantar las medidas sanitarias de manera gradual a partir del 11 de mayo. Esta política es también la del MAS (aunque en este punto este partido desde un principio se opuso a toda cuarentena) a la que se han sumado, de manera traidora, el ejecutivo de la COB, Juan Carlos Huarachi, y el dirigente de la FSTMB, Orlando Gutiérrez.

El gobierno de Jeanine Áñez desarrolló en marzo una cuarentena enfocada en dar respiro a su débil gobierno e intentar salvar el Estado burgués maltrecho por la insurrección de octubre y noviembre de 2019, temiendo que un estallido mayor de la pandemia provoque un alzamiento de masas. Sin embargo, sus medidas no llegaron a cubrir eficientemente las necesidades elementales del pueblo trabajador.

Antes de que el Coronavirus llegue a Bolivia, Áñez estuvo asediada de movilizaciones proletarias por reivindicaciones laborales, en la que la vanguardia fueron los trabajadores de salud pública que exigían mayor presupuesto para insumos, infraestructura, ítems para nuevo personal y la incorporación de varios de sus compañeros a planta para que estén incluidos en la ley general del trabajo.

El Sindicato de Ramas Médicas de Salud (SIRMES) organizó la protesta en la sede de gobierno. Consiguieron arrancar al gobierno el 10% del Presupuesto General del Estado. Sin embargo, era tan mísero el aumento que las protestas continuaron.

La pandemia llegó en marzo a Bolivia, con la noticia de que los efectos de la enfermedad habían destrozado el sistema de salud pública de Italia, España y comenzaba a causar estragos en EE.UU. Países con economía mucho más fuerte que la boliviana. Y se perfilaba una lucha internacional por detener la producción para que los trabajadores puedan protegerse en casa. Antes de que esa lucha mundial profundice las movilizaciones de los trabajadores del país, Áñez se vio obligada a decretar la cuarentena, aunque a medias, pero lo hizo para prevenir una desestabilización mayor de su debilitado gobierno.

Luego, surgieron protestas porque su medida no garantizaba lo mínimo para quedarse en casa, centralmente por alimentos y sustento económico para las familias. Desde La Paz, El Alto, Santa Cruz, Beni, Cochabamba, y otros departamentos alzaron la voz y se movilizaron. La policía y los militares se vieron incapaces de controlar las mismas, siendo las más representativas las de gremiales en El Alto y la marcha por alimentos del Beni. La presión de las masas arrancó a Áñez medidas económicas de tipo reformista: El bono familia de Bs. 500 para cada hijo en edad escolar desde inicial, primaria hasta secundaria; el Bono Canasta Familiar de Bs. 400 destinado a personas de la tercera edad sin jubilación, y el Bono Universal de Bs. 500 para mayores de 18 años. Bonos que aún continúan cobrándose en los bancos de acuerdo a un lento cronograma gubernamental. Algunos analistas interpretaron esta política como una campaña electoral, pero la verdad es que no fue producto de una estrategia comunicacional premeditada, sino de la fuerza de las masas para arrancar una reivindicación que nunca estuvo dentro de los planes del gobierno.

Sin embargo, Bs.500 ($ 70 dólares) no alcanzan para cubrir los gastos básicos de una familia, ni siquiera llegan a los Bs.2000 ($ 300 dólares) del salario mínimo que se ha mostrado muy insuficiente para terminar el mes, y dista mucho de la canasta familiar de un estudio de la COB del año 2008, que exige un salario mínimo de Bs. 8000. Además, para pagar los bonos estableció una deuda externa con el FMI y otras entidades. A esto se suma que las empresas comienzan a realizar despidos y recortes salariales contra el proletariado. La molestia contra el gobierno crece.

Los trabajadores de salud continúan en la lucha por insumos y elementos de bioseguridad, y exigen que no se levante la cuarentena, lo que perfila la necesidad de garantizarla de manera digna. Los datos oficiales de abril superan el millar de personas contagiadas por COVID 19 y una tasa de mortalidad del 5%, pero no reflejan la realidad debido a que no se hacen test masivos ni diagnósticos a los asintomáticos. La respuesta del gobierno fue levantar de manera gradual la cuarentena. Pero esa medida tiende a enfermar al pueblo.

Es urgente imponer la cuarentena proletaria y popular. Con presupuesto para salud de calidad y subvención de alimentos y salarios para todos los trabajadores, cero tolerancia a los despidos y rechazo a recortes de sueldo.

Para eso es necesario centralizar las luchas. La COB debe ponerse a la cabeza rumbo a la huelga general. Denunciamos a Juan Carlos Huarachi y Orlando Gutiérrez por ponerse del lado de la burguesía al aceptar las medidas del gobierno y la CAINCO, a la vez de ser furgón de cola del MAS que está más ocupado en garantizar sus elecciones fraudulentas que en la salud de los trabajadores. Es necesario organizar comités de base para la lucha desde cada fábrica, hospitales y sindicatos, con miras a unificar las reivindicaciones y recuperar la COB para el combate con independencia de clase.

Por la Verdadera nacionalización de los recursos naturales, los hospitales privados, la banca privada y el no pago de la deuda externa. En esas medidas se encuentra la solvencia económica para implementar atención en salud pública de calidad, alimentos, renta y la industrialización de nuestro país al servicio del pueblo trabajador.

La Paz, mayo 2020

MST JS

 

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