EL TROTSKISMO DE LORA

Juan Jose


Han pasado ocho años del fallecimiento de Guillermo Lora, reproducimos la evaluación crítica que desarrolló nuestro partido acerca de la práctica política de éste renombrado dirigente del POR y las consecuencias que tuvo en el proceso revolucionario boliviano.

Mayo de 2017

EL TROTSKISMO DE LORA[1]

Por Pedro Villa[2]

Ante la muerte de Guillermo Lora, uno de los principales dirigentes de la izquierda boliviana y principal dirigente del POR, de los últimos cincuenta años, corresponde procesar una evaluación objetiva de su trayectoria política ligada estrechamente a la de su partido, en el contexto de la lucha de clases en el país.

A la corriente de Lora se la conoció como el trotskismo en Bolivia. Y es cierto que él se reivindicó de esta corriente. Pues bien, la tarea de construir una verdadera dirección revolucionaria de la clase obrera en el país supone, por el papel de Lora en este terreno, hacer una evaluación crítica para ver en qué consistió el trotskismo de Lora. En lo que sigue presentamos solo una apretada síntesis de lo que pensamos sobre el tema.

LOS INICIOS

Una contribución importante, al calor de la lucha contra la burguesía y el colaboracionismo de clase del estalinismo, fue el haber armado a la clase obrera minera con la Tesis de Pulacayo en 1946. Un texto que, entre otras orientaciones, defiende la independencia de clase de los trabajadores. Fue una adaptación a la realidad boliviana, aunque con limitaciones, de la Teoría de la Revolución Permanente de León Trotsky elaborada en 1905, y del Programa de Transición de 1938. Con tal bagaje, era de esperar que el POR pudiese orientar a la clase obrera, en especial a los mineros, para afrontar con éxito las luchas venideras.

LA REVOLUCIÓN DEL 52

Sin embargo, tempranamente, Lora al frente del POR que llegó a adquirir importante influencia política en los mineros, no pasó la prueba de una revolución obrera, la de abril de 1952. Formando parte de la orientación política de un sector de la IV Internacional de entonces[3], en lugar de plantear todo el poder a la COB que era el organismo de poder real de las masas, apoyó críticamente al gobierno burgués de Paz Estenssoro, perdiendo la mejor oportunidad que tuvo la clase obrera de tomar el poder y hacer la revolución socialista. La Tesis de Pulacayo fue rápidamente olvidada a favor del peor colaboracionismo de clase. Se considera esta política como una de las más grandes traiciones a una revolución obrera.

LA REVOLUCIÓN DEL 70-71, EL “FRENTE REVOLUCIONARIO ANTIIMPERIALISTA” (FRA)

En esta misma dirección, vale decir, a contramano de la mencionada tesis, Lora le dio a la Asamblea Popular de los años 70 el carácter de un frente antiimperialista, un organismo de masas de los trabajadores dirigido por distintas corrientes burocráticas, pequeño burguesas o pro burguesas con las cuales el POR formó ese frente político, pretendiendo dirigirlas a nombre de la clase obrera, en vez de destruirlas para ganar e independizar a las masas para la toma del poder. Una variante frente populista o de conciliación de clases producto de su particular visión de que en los países atrasados, la lucha contra el imperialismo pasaría por establecer ese frente interclasista, el llamado Frente Revolucionario Antiimperialista (FRA). Cuando la Asamblea fue derrotada por el golpe de Banzer, en el exilio constituyó lo que él llamó “la prolongación de la Asamblea Popular”, el FRA, con los mismos partidos incluyendo al General Torres[4], pero sin las masas. Un organismo destinado nada menos que a luchar por “la toma del poder y la construcción del socialismo”[5] con esos componentes burocráticos y pro burgueses.

Estas dos posiciones constituyen una ruptura con los principios del trotskismo que señalan todo lo contrario a lo hecho por Lora:

Primero, nunca, menos en una revolución como la del 52, se apoya a ningún gobierno burgués. La obligación número uno del partido trotskista, en esas situaciones, es la lucha por el poder de los trabajadores.

Segundo, la lucha consecuente y hasta el fin contra el imperialismo mundial, sólo la puede realizar la clase obrera al frente de sus aliados del campo[6], nunca un frente entre la clase obrera y la supuesta burguesía progresiva y sus partidos. En situaciones en que esa burguesía y sus partidos puedan dirigir (con naturales inconsecuencias) la lucha contra el imperialismo, lo que se plantea para la clase obrera y su partido es hacer unidad de acción antiimperialista ocasional, preservando siempre su irrestricta independencia política y la de su partido revolucionario, para, en la acción, desenmascarar la demagogia burguesa y ganar a la clase obrera junto a sus aliados del campo para derrotar al imperialismo y realizar la revolución obrera y socialista. Pero, de ninguna manera formar un frente político orgánico, menos que menos para “tomar el poder y construir el socialismo” con esos sectores. ¿Admitiría el POR hacer un FRA con el “antiimperialista” gobierno de Evo Morales? Por lo visto no. ¿Por qué entonces con el General Torres? El POR nunca renunció a la política del FRA, aunque en la práctica no encontró con quien realizarla. Eso se debió a que cada vez la “burguesía nacional” y sus partidos se convirtieron en agentes directos del imperialismo como sucedió con el MNR.

La consecuencia práctica de la política desarrollada en esas dos situaciones no sólo fue la imposibilidad de construir el partido trotskista, sino también la pérdida de las revoluciones del 52 y del 70-71.

LA COB Y EL PROBLEMA DEL PODER

Por otra parte, Lora, salvo tardíamente y con reservas respecto a la Central Obrera Boliviana del 52 (a la que llevó a capitular a Paz Estenssoro), jamás reconoció a la COB en las cuatro oportunidades posteriores en que la clase obrera hizo una revolución o se puso al borde de la toma del poder, como órgano objetivo, real, de poder de los trabajadores (1970-71, 85, 2003-2005). Siempre alegando que no estaban dadas las condiciones, y a la búsqueda de un soviet que fue tomado como un fetiche, no supo ver que la COB, a pesar de sus direcciones burocráticas, estaba jugando ese rol y no emplazó a esa dirección, ni tampoco se planteó cuando era codirección de la Asamblea Popular con la Central a la cabeza en los años 70-71, el poder para la COB. Una política forjada por Lenin en la Revolución Rusa y reivindicada por Trotsky en el Programa de transición, para desenmascarar y derrotar a las direcciones pequeño burguesas, burocráticas y colaboracionistas que dirigen a las masas, y para ganar a la clase obrera para la toma del poder bajo dirección revolucionaria.

CRETINISMO ANTIPARLAMENTARIO

En la línea de ruptura con la Tesis de Pulacayo, años después, contraviniendo tácticas universales de Lenin y Trotsky, dio un salto abstencionista, al rechazar toda participación en elecciones organizadas por la burguesía. Un antiparlamentarismo por principio o cretinismo antiparlamentario que no tiene nada que ver con el trotskismo que plantea la intervención política en ese terreno, utilizando el parlamento como tribuna de denuncia en pro de la revolución[7].

En el primer caso, la consecuencia práctica fue dejar con las manos libres a los dirigentes traidores, impedir que las masas rompieran con ellos y avanzaran en su conciencia para la toma del poder. El resultado fue la supervivencia de esas direcciones, de los gobiernos burgueses de turno y el sistema burgués.

En el segundo, abandonar gratuitamente a favor de la burguesía un espacio como la tribuna parlamentaria que sirve para la propaganda y agitación en pro de la organización obrera, del partido y la revolución.

CONCEPCIÓN DE PARTIDO

Por otra parte, en materia de partido y moral revolucionaria fue afectado por prácticas o concepciones estalinistas. Esto quedó demostrado en la ruptura con la tendencia de Bacherer[8]. Un régimen partidario burocrático para acallar las discrepancias políticas mediante acusaciones morales. Y acusaciones morales sin pruebas. Una Comisión especial internacional presidida por el nieto de León Trotsky[9], dictaminó que Lora no presentó prueba alguna de sus acusaciones contra Bacherer. Una práctica y concepción errónea y ajena al trotskismo.

CONCLUSIÓN

Esta política antitrotskista que llevó al POR a perder oportunidades para la toma del poder de la clase obrera, so pretexto de que no estaban dadas las condiciones para tal fin, ¡en ninguna de las insurrecciones mencionadas!, terminó en el curso de decenas de años de nacional trotskismo por adaptarlo de hecho al sistema burgués y en la universidad a la institucionalidad derechista.

Para cubrir su capitulación adoptó prácticas sindicalistas, denuncia hueca y fraseología ultraizquierdista: “Abajo el gobierno”, “dictadura del proletariado”, “viva el comunismo”, entre otras, para todo tiempo y lugar, en reemplazo de consignas adecuadas al momento político. Propaganda abstracta que evade las tareas concretas que plantea la lucha de clases y que, por tanto, no afecta al poder burgués. Además, falta de reconocimiento de situaciones revolucionarias reales (en una de sus últimas entrevistas señaló que en octubre de 2003 no hubo ni siquiera situación prerrevolucionaria) y de órganos de poder reales.

Un trotskismo básicamente oportunista (la otra cara del ultraizquierdismo) que las nuevas generaciones, dentro y fuera del POR, están en la tarea de deslindar para construir el verdadero partido trotskista revolucionario de la clase obrera.

[1]Artículo publicado por primera vez en el Chasqui Socialista Nº 213 de Junio de 2009, periódico oficial del Movimiento Socialista de los Trabajadores.

[2]Pedro Villa (1945 – 2015). Organizador de partidos trotskistas, obreros e internacionalistas en Sudamérica desde los años 70. Fundó y dirigió en Perú el Frente de Izquierda Revolucionaria – Partido Obrero Campesino (FIR POC) y su prensa oficial, Bandera Socialista. A finales de los 70, el FIR POC se fusionó con el Partido Socialista de los Trabajadores (PST peruano) y Pedro se constituyó en el principal dirigente interno del PST. En Colombia, fue uno de los fundadores de la Liga Internacional de los Trabajadores por la Cuarta Internacional (LIT-CI) y dirigente del Secretariado Internacional en Brasil. En Bolivia, reconstruyó el Movimiento Socialista de los Trabajadores (MST) e impulsó el renacimiento de la Juventud Socialista (JS) desde el 2001 hasta el día de su muerte.

[3] En aquel momento, la Cuarta Internacional era dirigida por Michel Pablo. Trotski había sido asesinado en 1940 y sus colaboradores más cercanos corrieron la misma suerte por la persecución fascista y estalinista; la nueva dirección de la Cuarta era demasiado débil, inexperta y alejada de la tradición bolchevique. La corriente pablista, a la que Lora se sumó, además demostró ser profundamente oportunista. Bajo su dirección, se abandonó el programa trotskista para adoptar una línea de colaboración de clases en favor del nacionalismo burgués y el frente popular. En Bolivia, en plena revolución de 1952, proclamaron el apoyo crítico al MNR en lugar de luchar por el poder obrero.

[4] Juan José Torres, general de las fuerzas armadas bolivianas, en 1970 constituyó un gobierno nacionalista burgués de tipo bonapartista sui generis. Entregó concesiones y reformas a las masas para evitar que el proceso revolucionario se profundice, situación que preparó el camino para el golpe sangriento de Banzer.

[5] Lora, Guillermo. Bolivia: De la Asamblea Popular al Golpe Fascista. Abril de 1972. Ed. OMR.

[6] Alianza Obrero Campesina.

[7] La propia Tesis de Pulacayo que Lora redactó y luego dejaría en el olvido, enfoca la importancia de la lucha parlamentaria: “En los momentos de reflujo, cuando las masas abandonan la lucha y la burguesía se apropia de los puestos que aquellas han dejado, puede el parlamentarismo colocarse en un primer plano. (…) El parlamento debe ser convertido en tribuna revolucionaria.” Tesis de Pulacayo. Capítulo VIII, Acción directa de masas y lucha parlamentaria. Pág. 26. Ediciones Masas. 1980.

[8] Juan Pablo Bacherer: Dirigente del POR que tuvo diferencias políticas con Guillermo Lora al interior del mismo partido. Lora, en lugar de llevar adelante el debate político y democrático que debe existir en una organización revolucionaria, recurrió a calumniarlo moralmente, acusándole de ser agente infiltrado de los servicios de inteligencia del imperialismo. Nunca presentó las pruebas que demuestren tal acusación y le negó el derecho a defensa. Bacherer fue expulsado del partido junto a los militantes que le brindaron su solidaridad.

[9] Se refiere a Esteban Volkov Bronstein, quien durante su vida ha defendido con orgullo la memoria de su abuelo, León Trotsky.

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