REVOLUCIÓN Y CONTRAREVOLUCIÓN EN EL MUNDO ÁRABE

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¡FUERA LAS DICTADURAS!
¡FUERA LA OTAN DE LIBIA!  ¡FUERA KADAFI!
POR LA VICTORIA  DE LAS MASAS TRABAJADORAS INSURRECTAS

Por Pedro Villa

Cuando apenas en la víspera, organismos imperialistas como el FMI ponderaban la supuesta vitalidad de la economía y la estabilidad social  del Magreb y demás países del mundo árabe, se abrió en la región, empezando por Túnez, un proceso revolucionario, una revolución, si consideramos con León Trotsky que: “el rasgo característico más indiscutible de las revoluciones es la intervención directa de las masas en los acontecimientos históricos”. Proceso que se extiende como reguero de pólvora  a Egipto, Yemen, Siria, Bahrein, Omán, Marruecos, Libia, etc. Las masas insurrectas vienen de derribar dos vetustas dictaduras pro imperialistas como la de Ben Ali en Túnez y Hosni Mubarack en Egipto, al tiempo que colocó al borde del precipicio a Kadafi en Libia y tambalean a sus congéneres en los otros países mencionados.
Desmintiendo la interesada campaña del imperialismo, en estos países se venían incubando un generalizado descontento que se agudizó con la crisis  económica mundial y eclosionó con violencia a fines del año pasado y comienzos del presente.
LAS CAUSAS Y DEMANDAS
Las causas que generaron y generan el comienzo de la revolución en el mundo árabe, no son sólo la existencia, por décadas, de sanguinarios regimenes dictatoriales presididos por delincuenciales clanes familiares,  que vienen de negar elementales derechos democráticos a las masas de esos países, sino en el fondo de la situación, la imposición a sangre y fuego de la superexplotación de los trabajadores, desempleo generalizado y salarios de hambre, mientras se entrega a las transnacionales las principales riquezas de esos países. En los mismos, hay un promedio de 60% de la población en pobreza y de 30% de desempleo que agobia principalmente a la juventud. El grito de rebato que significó el suicidio a lo bonzo del joven desempleado Mohamed  Bouazizi en Túnez, no fue sólo la protesta contra un régimen opresor, sino por el derecho al trabajo y a la vida que le fueron negados. Así, en esos países se venían combinando y  retroalimentándose, dictadura política  y superexplotación capitalista. Es contra esas lacras que se producen las insurrecciones en curso.
LAS FUERZAS SOCIALES INSURRECTAS
Los protagonistas centrales fueron o son el pueblo pobre, la juventud desocupada, estudiantes sin futuro, las mujeres y la clase trabajadora. A estos se suman sectores burgueses y personalidades opuestos a los regímenes dictatoriales, en varios casos disidentes pasados al bando insurrecto a última hora, ante la inminencia de la caída de los dictadores. Como ocurre siempre en los procesos insurreccionales es la clase trabajadora y el pueblo pobre, donde se incluye la juventud desocupada, las fuerzas sociales fundamentales en combate. Son los que ponen la fuerza y también los muertos que en estos procesos suman por centenas si no por miles. Los medios de la burguesía y el imperialismo, como es también usual, se esmeran en ocultar la presencia de la clase obrera, magnificando la actuación de la “juventud en general” y el uso de Internet para organizarse, además  de las personalidades o intelectuales burgueses. Pero en todos los casos, desde Túnez hasta Libia, el protagonismo de las y los trabajadores sigue siendo fundamental en la caída de  las dictaduras y, sobre todo, después de la misma. Por ejemplo, entre muchos, la intervención de: Las bases de la Unión General de los Trabajadores Tunecinos, los textiles de la fábrica más grande de Egipto. Éstos  que venían de pelear desde mucho antes. El surgimiento del Movimiento juvenil 6 de Abril que tuvo importante papel en la insurrección en Egipto, se originó precisamente en apoyo a una extraordinaria huelga de los trabajadores en la ciudad industrial de Mahalla en 2006.
SURGIMIENTO DE EMBRIONES DE DOBLE PODER
En todos los casos, pero sobre todo en Egipto y Libia, han surgido embriones de  organismos de doble poder como los Comités Populares y Milicias Armadas. En contra de las burocracias sindicales se han creado, como en Túnez, sindicatos independientes y, donde casi en la generalidad, los trabajadores han ocupado empresas e instituciones publicas derrocando  a los directores afines a la dictadura,  reemplazándolos por elección directa. Sucede lo mismo en Egipto con la proliferación de huelgas masivas en centros industriales claves. En Libia de hecho los Comités y las Milicias fueron más lejos logrando liberar ciudades claves como Bengasi y gran parte del oriente petrolero.
CARÁCTER DE LA REVOLUCIÓN
Lo que ocurre en la región es un proceso revolucionario  que no sólo va contra las dictaduras, sino también contra la explotación capitalista. No va primero contra el régimen dictatorial y después contra el régimen social, en etapas históricamente independientes, sino que combina ambas tareas. Es decir a la caída de la dictadura no le tiene que suceder necesariamente otro régimen burgués, sino puede y debe sucederle el poder de los trabajadores  y sus organizaciones en  combate. Por eso no es un proceso de revolución democrática, sino de revolución socialista. Las conquistas democráticas son subproductos del proceso global que apunta a la revolución obrera y socialista, la cual no se desarrolla ni se consuma, entre otras ausencias, básicamente por la ausencia del factor dirección revolucionaria. Es la burguesía y el imperialismo los que trataron y tratan, por todos los medios, de enchalecar el proceso en “una revolución democrática”, vale decir en una “transición democrática” vía elecciones, para preservar el sistema capitalista imperialista de explotación y dominación.
Por otra parte, a diferencia de tiempos atrás el fundamentalismo religioso en estas revoluciones, cede el paso a una expresión laica que se manifestó en la unidad de las diversas capas del pueblo trabajador sin distinción de religiones. La organización de los Hermanos Musulmanes que viene de cohabitar con la dictadura de Mubarak, no jugó por eso un papel central en esta lucha.
SU IMPACTO  EN LA REGIÓN Y EN EL MUNDO.
El proceso iniciado se produce en el cuadro de la etapa revolucionaria que se caracteriza: Por la derrota del imperialismo yanqui en Irak, el empantanamiento en Palestina y en Afganistán,  así como el ascenso de masas en America latina. Situación que se agravó con la crisis económica mundial y las luchas masivas en Europa en respuesta a las políticas de austeridad imperialista. La entrada en escena de la revolución en el mundo árabe no hace sino empeorar todo este proceso colocando en mayores aprietos al imperialismo mundial. De hecho modifica las relaciones de fuerza a nivel internacional a favor de la revolución. En la región, golpea las relaciones hasta hace poco establecidas a favor de Israel, amenazando volcar la situación en su contra. Aun cuando el proceso no evolucione profundizando la revolución, la situación ya no es la misma,  de momento inclina la balanza en contra del imperialismo.
EL ROL DEL IMPERIALISMO YANQUI Y EUROPEO
El imperialismo en general y el yanqui en particular  fueron sorprendidos por las revoluciones surgidas, ellos creían en la supuesta estabilidad pontificadas por sus organismos financieros como el FMI. Al encarar la insurrección de masas en Túnez y luego en Egipto, trataron primero de sostener a sus agentes dictatoriales recomendando realizar “reformas democráticas”, pero cuando  las masas colocaron al borde del abismo a los mismos, optaron por abandonarlos y llevar adelante “una transición democrática”, anudando relaciones con sustitutos burgueses o las mismas Fuerzas Armadas como en Egipto. Esta opción por la “transición democrática” le dio resultados positivos y el proceso fue desviado a salidas electorales democrático burguesas. En Libia donde el proceso se hizo más profundo con la liberación de zonas de gran importancia como el oriente  rico en petróleo y la división de las Fuerzas Armadas que dio lugar a una guerra civil, so pretexto de salvar a los civiles de los ataques militares de Kadafi, encabezados por los EEUU, Francia y el Reino Unido, con el apoyo de la Liga Árabe, decidieron la intervención militar con bombardeos aéreos que se desarrollan hasta el  momento. En todos los casos, la política fue evitar el avance del proceso revolucionaron y derrotarlo aunque para ello se han visto precisados dar la espalda a sus socios asesinos y dictatoriales.
EL PAPEL DE CHINA, RUSIA, BRASIL
Por su parte, los llamados países emergentes como China, Rusia, Brasil  se colocaron de hecho del lado imperialista, nunca se han manifestado en contra de las dictaduras ni en apoyo a la revolución en curso. El Gobierno chino procede así porque teme que el proceso se propague a su propio país donde el descontento de amplias masas amenaza con eclosionar generalizándose. Los primeros mencionados, no usaron su derecho a veto cuando el Consejo de Seguridad de la ONU votó la intervención militar en Libia.
EL PAPEL DE FIDEL, CHÁVEZ, ORTEGA, EVO, CORREA
Pero es el grupo del Alba, compuesto principalmente  por  los gobiernos de Venezuela,  Cuba, Nicaragua, Ecuador y Bolivia, el que desde el inicio se  mostró  en apoyo de las dictaduras, especialmente en defensa del genocida Kadafi. Fidel Castro dictó la línea, pues en lugar de condenar a Ben Ali y Mubarack, sólo atinó constatar que “la suerte -de este último- estaba echada”.  Nunca dijo Fuera Mubarak.  Y ante el avance del proceso con la extensión a Libia, donde Kadafi realizaba un genocidio, desvió la atención a la previsible intervención militar imperialista, apoyando explícitamente al asesino so pretexto de que se trataría de un Gobierno anti imperialista. Castro tiene sus motivos  porque, entre otras razones, pone sus barbas en remojo ante el contagioso proceso insurreccional contra las dictaduras. Chávez resultó ser fiel puntal en defensa de Gadafi y su régimen, se puso en campaña poniendo  al centro el  rechazo a la intervención de la OTAN, pero sin una palabra de condena al genocidio ni, por tanto, de aliento a la revolución de las masas iniciada. Siguiendo la misma línea han actuado los demás gobiernos incluyendo, por supuesto, el de Evo Morales. En la hora decisiva estos gobiernos que se llaman “populares”,  “de los trabajadores” y hasta “socialistas”, se han desenmascarado colocándose al lado de los dictadores y asesinos.
DEBILIDADES Y LIMITACIONES
El proceso insurreccional iniciado que logró victorias importantes al derrocar dictaduras y poner en la picota a otras, tiene sin embargo sus debilidades y limitaciones. No concluyó aun en el desmantelamiento total de los regímenes dictatoriales.  En Túnez como en Egipto está en curso la llamada transición democrática, es decir, procesos electorales a nuevo gobierno o a Constituyente, pero controlado desde arriba por los gobiernos burgueses sustitutos. En Túnez avanzó un poco más ya que, en segundo aliento, las masas derrocaron al agente de Ben Ali, Goumuchi, y se conquistaron mayores libertades. En Egipto al ser las Fuerzas Armadas el sustituto, el proceso es más controlado y también más represivo, aunque últimamente ha avanzado llevando a los tribunales a Mubarack.  Siendo así, a pesar de que las demandas se dirigen no sólo contra las dictaduras, sino contra el régimen de explotación capitalista, el proceso no evoluciona hacia una solución obrera y socialista.
LA CONTRARREVOLUCIÓN.
En cada uno de estos países  la revolución iniciada, está siendo enfrentada por el imperialismo y las burguesías nativas, por el chaleco de las llamadas transiciones democráticas, es decir cambiar algo para que todo quede más o menos igual. Está en curso esta política contrarrevolucionaria que busca derrotar el proceso. En Libia, con el argumento de salvar vidas civiles, el imperialismo ha tomado el control de la dirección burguesa de las masas insurrectas, afianzando  con anunciado apoyo económico y militar al Consejo Nacional de Transición,  para derrotar el proceso revolucionario- Este  organismo  puede ser colocado en reemplazo de Gadafi, como gobierno burgués  títere que reprimirá a los trabajadores  y el pueblo. Sin embargo, tanto en Túnez como en Egipto, Libia y también en los otros países, principalmente, Siria y Yemen,  las masas y especialmente los trabajadores no han cejado en sus luchas, y es de esperar que enfrentando el recodo o desvío burgués, vuelvan una y otra vez a pelear en las calles habida cuenta de que no hay solución de fondo no sólo a sus demandas democráticas, sino menos aún a las económicas y sociales.
EL PROBLEMA DE LA DIRECCIÓN REVOLUCIONARIA
Si este despertar revolucionario de las masas árabes no avanza hacia una solución de fondo, sino que hasta el momento se estanca en el chaleco democrático burgués impuesto por el imperialismo, no se debe a la falta de disposición de combate de las masas que han dado muestras de resolución para arrasar con los regímenes dictatoriales y exigir la solución de sus demandas sociales, sino a la ausencia de una dirección revolucionaria y socialista que se coloque al frente del proceso. No es una fatalidad histórica que estas insurrecciones se entrampen en la “transición democrática” o retrocedan, porque con una dirección revolucionaria el proceso evolucionaría hacia una salida obrera y socialista como lo demostró, por ejemplo, la revolución rusa. Por eso, la tarea central de los revolucionarios en general y de la región, es construir esa dirección y hacerla al calor de la insurrección de las masas.  Sólo así se puede ir hacia la revolución obrera y socialista que es la única solución de fondo a los males que aquejan al mundo árabe como a la humanidad entera.
NUESTRA POLÍTICA
Desde nuestra posición hemos apostado desde el inicio por el triunfo de las masas en el mundo árabe. Nuestras consignas centrales fueron y son: !Fuera las dictaduras! y por una solución obrera y socialista al proceso iniciado (Ver página Web: mstbolivia.org) Es decir, que el proceso para ser victorioso tumbando a las dictaduras,  debía o debe desembocar, no en nuevos gobiernos burgueses a caballo de la trampa de la transición democrática, sino en gobiernos de las masas trabajadoras y sus organizaciones gestadas en la misma lucha, que  expropie a la burguesía,  expulse al imperialismo y a Israel de la región. En el caso de Libia hemos dicho: ¡Fuera la OTAN!, ¡Fuera Kadafi!, sólo las masas insurrectas pueden acabar con el régimen dictatorial y llevar al triunfo  a la revolución. Tal es la salida de clase planteada a los trabajadores y el pueblo en adelante, al mismo tiempo que se pelea por desmantelar hasta el fin los regímenes dictatoriales conquistando mayores libertades democráticas.
Como esta región siempre constituyó una gran nación que ha sido dividida por regímenes coloniales e imperialistas, lo que está planteado es la pelea por el triunfo de la revolución y su culminación en la Federación de Repúblicas Socialistas Árabes.

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