FRANCIA: ¡FUERA MACRON! FORTALECER LA ORGANIZACIÓN DE LOS CHALECOS AMARILLOS

Juan Jose


PREPARAR EL PLAN DE LUCHA HACIA EL PODER DE LA CLASE TRABAJADORA

Durante cuatro semanas, la clase trabajadora organizada en el movimiento de base “Chalecos Amarillos” arrinconó al gobierno de Macron a través de una lucha insurreccional contra las medidas de ajuste capitalista. La política burguesa de cobrarles la crisis económica a los trabajadores  pretendía imponerse con la represión policial, sin embargo, la protesta revolucionaria fue mayor. Las peticiones dieron un salto cualitativo; la lucha en contra del alza del precio del combustible y los servicios de luz y gas se combinaba con la petición de salario digno para trabajadores activos, pensiones justas para jubilados, reimplantación del impuesto a la riqueza para que la crisis la paguen los capitalistas, y más aún, de reivindicaciones económicas se fue  madurando hasta llegar a cuestionar el poder político burgués, se asumió la consigna ¡Macron Dimisión! Iniciando así, en los hechos, el debate sobre quién debe gobernar Francia.

Macron, que tenía un perfil duro y burlesco contra las protestas privilegiando los mensajes en favor de los más ricos, tuvo al fin que retroceder. El 5 de diciembre anunció que se anulaba completamente la subida del precio del combustible, la luz y el gas. Pero esto ya no bastaba, los trabajadores luchaban por mayores derechos que el capitalismo les había negado. El 8 de diciembre, cientos de miles tomaron nuevamente las calles en toda Francia, cercaron Paris y el centro del gobierno, los Campos Elíseos.

El 10 de diciembre, Macron no pudo hacer más que retroceder otra vez, dio un discurso televisado donde anunció que el salario mínimo tendrá un aumento de 100 euros, se eliminarán impuestos a las horas extras y a las pensiones de jubilados que ganen por debajo de los 2000 euros, entre otras medidas.

Queda claro que estas medidas gubernamentales son producto de la fuerza de las masas movilizadas, no un regalo de la burguesía. Pero debe quedar aún más claro que no resuelven la crisis capitalista que originó la movilización y, por el contrario, tienen el objetivo de desmovilizar a las masas para que la burguesía pueda respirar y recuperar sus fuerzas para volver en un futuro próximo a aplicar el ajuste contra los trabajadores.

El Estado francés tiene un déficit fiscal del 3%, uno de los más grandes de Europa, y Macron no cobrará la crisis a los capitalistas, ni siquiera se dignó a reimplantar el impuesto a la riqueza que era una de las peticiones del movimiento, lo anunciado no son más que medidas para salir del paso, que no resuelven la crisis que golpea a la clase trabajadora. Los Chalecos Amarillos han tomado los anuncios gubernamentales con desconfianza. Y no daba para más, pues el irrisorio aumento al salario y las bajas pensiones de jubilados no le permiten al pueblo siquiera llegar a fin de mes.

LA CORRELACIÓN DE FUERZAS

Sin embargo, la actitud de Macron muestra no sólo su debilidad política, sino la debilidad de la burguesía. Los trabajadores son los que ahora le han hecho bailar a su propio ritmo llevando la batuta en la ofensiva anticapitalista. Las medidas, si bien son insuficientes y engañosas, se dan en respuesta obligada a una agenda impuesta por los trabajadores, no por la burguesía.

Los elíseos tiemblan ante la posibilidad de una quinta marcha de los Chalecos Amarillos que ya se han pronunciado disconformes con las medidas asumidas por Macron. El pliego salarial y de jubilación digna, el rechazo a los impuestos contra los trabajadores y la petición de implantar el impuesto a los más ricos, no son consignas burguesas ni pequeñoburguesas, son claramente proletarias. La iniciativa corre por manos de la clase trabajadora, la burguesía se encuentra a la defensiva. La consigna de ¡Dimisión! es en los hechos un ¡Fuera Macron! Que, como decíamos al principio, plantea de manera actual y para la acción la tarea de preparar el poder proletario.

SALIDAS DE DEMOCRACIA BURGUESA DECADENTE

Para desviar esta tarea revolucionaria no solo surgen las medidas defensivas de Macron, sino también, las de los partidos burgueses de oposición: La Francia Insumisa (LFI) del falso socialista Mélenchon y la Reagrupación Nacional (RN) de Marine Le Pen, catalogada por el oficialismo como la ultraderecha, que en general, llámense “socialistas” o ultraderechistas, bregan por salidas de reacción democrática, trampas electoralistas y constitucionales de la burguesía para desviar la movilización de masas hacia la derrota.

Ahora bien, el gobierno francés se ha empecinado en desvirtuar la gesta de los Chalecos Amarillos arguyendo que es un movimiento impulsado por la ultraderecha, y más aún, dijo que es nazi. Pero los movilizados no tardaron en rechazar tal mentira, así como rechazaron que su lucha sea atribuida a algún partido de la burguesía, como de alguna dirección de los sindicatos.

Tanto Mélenchon como Le Pen tienen la línea política de llevar todo el proceso a las elecciones de 2019. La oposición burguesa no cuestiona el poder capitalista, solo critica retóricamente a Macron, pero está por mantenerlo hasta el cumplimiento constitucional de su mandato, yendo en contra de la consigna política de los chalecos amarillos.

¿UN PROCESO FASCISTA?

Por las peticiones referidas al salario digno y jubilación justa, por el ataque a que la crisis la paguen las grandes empresas, por el método de lucha en las calles, por el enfrentamiento contra la burguesía y no con el proletariado, sino en favor de este, el movimiento es revolucionario. Sin embargo, Macron y la izquierda populista tienen el análisis burgués de que el proceso es propicio para el fascismo. Por tanto, también piden salidas democrático burguesas. Es lógico en Macron, que necesita de esta propaganda para llamar a defender su gobierno “democrático”. Pero en la izquierda ya es una capitulación demasiado grave.

Es necesario aclarar que un ascenso con lucha insurreccional es propicio para derrotar a la burguesía y todas sus tendencias y partidos, en cambio, un descenso y desmoralización es propicio para el fortalecimiento de la derecha y la ultraderecha. El tema es descifrar el momento.

¿En qué momento nos encontramos? Sin duda, en un ascenso. No hay otra forma de catalogar a las movilizaciones que lograron impedir el alza del combustible, poner al orden del día el aumento salarial, entre otras reivindicaciones, hasta llegar al ¡Fuera Macron! Y todo a través de la acción directa de masas.

COMITÉS DE BASE EN LOS HECHOS, UNA LUZ DE PODER DUAL

Como expresamos antes, los Chalecos Amarillos rechazaron ser representados por los partidos de oposición burguesa y también por la burocracia sindical conciliadora. La base social de la lucha olía a leguas la traición de sus direcciones tradicionales y salió a movilizarse independientemente de ellas. Fueron, en los hechos, un comité de bases de trabajadores.

Proletarios que también forman parte de los sindicatos pero que no confían en sus direcciones, movilizados en alianza con los sectores populares, lograron debilitar al gobierno burgués. Aplicaron de forma empírica una línea trotskista expuesta en el Programa de Transición de la Cuarta Internacional, comités de base para desembarazarse de las direcciones traidoras y convertirse con el ascenso de la lucha en el poder dual.

Los Chalecos Amarillos son eso, un comité de bases de alcance nacional (e internacional) que ha puesto en jaque al gobierno. Son, como mínimo, un inicio del poder dual necesario del proletariado. Es necesario fortalecer su organización y construir la dirección revolucionaria en ellos.

NO RETROCEDER

SI el gobierno ha retrocedido, los trabajadores no deben hacerlo, de seguir con la salida de reacción democrática se estarían dilatando los conflictos que podría llevar a futuro hacia la desmoralización de las bases. En la actualidad está planteada la tarea de derrotar al poder burgués con la acción directa de masas. Para ello debe consolidarse los comités de base, hacer un balance de la gesta y preparar el plan de lucha hacia el poder de los trabajadores en Asambleas y, por qué no, en un gran congreso de Chalecos Amarillos.

La Paz, diciembre de 2018.

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