SÓLO LA REVOLUCIÓN SOCIALISTA PUEDE EVITAR LA CATÁSTROFE CLIMÁTICA

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LA  CATÁSTROFE CLIMÁTICA EN CURSO
Indudablemente que la vida en la tierra está amenazada por el llamado cambio climático o calentamiento global. Está en curso cataclismos  que amenazan cada vez más la vida en el planeta.

Desde varios años, diversas organizaciones vienen alertando sobre esta posibilidad. Se ha realizado cumbres de gobiernos y países  en el marco de la ONU, para discutir y tomar medidas conducentes a enfrentar esta amenaza. Producto de esas reuniones, se destaca, el denominado Protocolo de Kioto realizado en 1997, por el cual se intentó controlar  la emisión de gases de efecto invernadero, el CO2 principalmente, que ocasiona el calentamiento global, planteando una reducción de 5% respecto de l990, en el periodo 2008-2012. Pero no se aplicaron las medidas recomendadas en dicho acuerdo.  EEUU, principal emisor de CO2, se ha negado a someterse a los acuerdos de Kioto. Recientemente, en diciembre del año pasado, se realizó la Cumbre de Copenhague con el mismo fin. Reunión que terminó sin acuerdo unánime por la imposición  de  EE.UU y otros países de criterios inaceptables por varios países semicoloniales, llamados en desarrollo. Entre otros un incremento de 2% de emisión de dichos gases en un periodo no determinado y no obligatorio.
LA CONFERENCIA DE COCHABAMBA
Fue producto de ese fracaso que el Gobierno de Evo Morales, uno de los opositores a esa imposición, convocó a la “Conferencia  de los Pueblos sobre el Cambio Climático y los derechos de la Madre Tierra” realizada hace poco en Cochabamba. Una reunión que tuvo  acogida a nivel mundial, principalmente de organizaciones sociales, gobiernos, científicos, etc. que congregó a más de nueve mil delegados extranjeros y más de treinta mil asistentes.
LAS CAUSAS DEL CAMBIO CLIMÁTICO
Lo destacable de este importante evento fue la discusión sobre las causas del calentamiento global. Y se señaló  al capitalismo como la causa central, aunque sin llegar a develarlo consecuentemente. Es decir, agregamos nosotros, al sistema de producción capitalista que lleva más de doscientos años de existencia. Sistema que al utilizar para la producción, en forma irracional,  materias energéticas fósiles como el carbón, el petróleo y el gas, emiten en abundancia los gases de efecto invernadero que ocasiona el calentamiento global y las consiguientes modificaciones en el clima. Esta emisión viene  incrementándose conforme las transnacionales imperialistas, en su búsqueda irrefrenable para aumentar sus ganancias, recurren sistemáticamente al empleo de estas materias (apoderándose de las mismas mediante invasiones de países), sin control alguno.
El modo de producción capitalista, anárquico y  basado en la propiedad privada de los principales medios de producción, la explotación de la clase trabajadora, depreda la naturaleza sin cesar y sin importarle la suerte de los explotados y oprimidos. Es un sistema que habiendo cumplido un rol progresivo en el desarrollo de las fuerzas productivas, en sus inicios, se transformó en su contrario en su etapa imperialista, la  de las transnacionales. Se ha vuelto parasitario, súper explotador de la fuerza de trabajo, depredador más irracional de la naturaleza. Y se  mantiene por medio de guerras, invasiones, golpes de estado, etc. Las transnacionales en su  sed de ganancia no reparan en la degradación de los trabajadores a los cuales someten, ni en la degradación de la naturaleza. Por eso los gobiernos imperialistas   que los representan, como  el de Obama, rechazan tomar medidas de control al efecto invernadero que ocasionan. China, que ha retrocedido al sistema capitalista y que es llamada la fábrica del mundo, tiene por eso mismo, sin llegar a ser país imperialista, los mismos motivos para oponerse a las medidas de control que se requiere, aunque sin la responsabilidad histórica de los países imperialistas.
Si no se cambia el sistema de producción capitalista-imperialista la humanidad no sólo está amenazada de seguir involucionado a la barbarie, sino la tierra misma está en peligro de convertirse en una materia inerte. Tal la gravedad de la permanencia del sistema capitalista imperialista mundial.
PROPUESTAS REFORMISTAS
Como no podía ser de otra manera, tratándose de la naturaleza política de los convocantes y de los dirigentes asistentes, todos ellos en la línea de los foros sociales, cuya consigna es “otro mundo es posible” sin señalar que carácter social tendría ese mundo,  las propuestas para resolver este tema, no van mas allá de ser paliativos o reformas al sistema capitalista imperialista. No están a la altura del daño que provoca este sistema. Propuestas todas como señala el “Acuerdo de los Pueblos”, que buscan “comprometer a los países desarrollados” en una solución aceptable. Algo así como comprometer al tiburón que coman menos sardinas. En ese marco se ubican reclamos como el Pago de la Deuda Climática, un Tribunal Internacional de Justicia Climática y Ambiental, es decir, enjuiciar al imperialismo en su terreno, Referéndum Mundial para medir la opinión mundial sobre este tema, la reforma de la ONU (la cueva de ladrones) para hacer factible estas medidas, etc. Se plantea además en contra del 2% de Copenhague una reducción del 1%. Propuestas todas a ser llevadas a la ONU y luego discutirlas como alternativa en la Cumbre de Cancún a realizarse a fin de año.
Hay que mencionar también que el enfoque alternativo tiene una influencia indigenista expresada en la introducción de conceptos como considerar a  “la Madre Tierra” como “un ser vivo” y encarar la devastación imperialista recuperando “sabidurías y practicas ancestrales de los pueblos indígenas”. Planteamientos que no pasan de ser bien intencionados, pero inadecuados e insuficientes, para servir de alternativa superadora la sistema capitalista-imperialista.
Pero, hay un hecho que resulta un contrasentido y una inconsecuencia por parte del Gobierno de Evo Morales. Y es el hecho de que mientras denuncia al capitalismo internacional como culpable del cambio climático, se negó a discutir el papel nefasto de las empresas capitalistas, las transnacionales que ocasionan daños ambientales en nuestro país. El capitalismo sería malo en otros países, pero sería bueno en Bolivia. Acá se defiende al capitalismo y se mantiene el dominio semicolonial con transnacionales que explotan la fuerza de trabajo y degradan la naturaleza. Un total despropósito  que desmerece la causa por la cual dice preocuparse el Gobierno.
En discrepancia con este tipo de posiciones surgió la Mesa 18 impulsada por el CONAMAQ y otras organizaciones que denunciaron a las transnacionales en Bolivia, aunque en el marco de una propuesta también indigenista.
LA ÚNICA ALTERNATIVA ES LA REVOLUCIÓN SOCIALISTA Y LA CONSTRUCCIÓN DEL SOCIALISMO
Aunque la propuesta de las medidas antedichas podrían servir para moderar parcialmente la política imperialista y de los países industrializados, no apuntan sin embargo a la raíz del tema que se denuncia. Si el capitalismo-imperialista es la causa fundamental del deterioro climático y ambiental, no puede enfrentársele con paliativos o frenos circunstanciales. Se menciona como alternativa el socialismo, pero no se dice que significa eso. Si se trata del socialismo de Chávez y Linera (Ver artículo en la página 5), entonces no se está hablando de expropiar a la burguesía y al imperialismo en el país y a nivel mundial, sino de limitar algunos de sus perniciosos males, pero dejando al fin la permanencia de ese sistema caduco.
Si el problema es el sistema capitalista-imperialista, no hay otra alternativa que impulsar en el país y a nivel internacional la revolución socialista y la construcción de una sociedad socialista. Sólo así se podrán utilizar los recursos naturales ya no en forma irracional y anárquica al servicio del lucro de un puñado de explotadores, sino en forma planificada y destinado a la satisfacción de las necesidades humanas, sólo así se podrá emprender no la vuelta al pasado, sino a la utilización de nuevas fuentes de energía como la del sol, así como el dominio del cosmos al servicio de la humanidad, opción que la propiedad privada imperialitas impide que se despliegue. Por eso no hay otra alternativa que la revolución socialista. Y esta tarea no está en manos de gobiernos capitalistas, ONGs, ni movimientos sociales con políticas reformistas. Es una tarea planteada a la clase obrera y sus aliados del campo, pero con  una política revolucionaria y socialista. Más que nunca está planteado no sólo socialismo o barbarie, que significa  evitar el retroceso a una nueva forma de esclavitud, sino socialismo u  holocausto, que significa impedir la destrucción de la vida y la naturaleza. Y para llevar a cabo esta solución se requiere la construcción de una dirección revolucionaria nacional e internacional con el programa socialista que ante el reformismo predominante, obliga a decir, sólo el  trotskismo revolucionario enarbola.

 

 

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